Mi pedacito de cielo

Mi pedacito de cielo
veris.cullen

jueves, 29 de noviembre de 2012

MPDC 1



Capítulo beteado por Annabella Giovannetti.
Beta FFTH

Capítulo 1


Bella Pov.

De vuelta a la rutina. La verdad no sé como es que mi vida se había vuelto tan monótona y aburrida si se supone que tengo la vida que siempre he deseado. A mis 27 años, tengo el trabajo con el que siempre soñé: ser una pediatra muy reconocida; trabajar con un horario que me deja mucho tiempo libre para dedicarme a mi familia, una que muchos envidiarían. Mi padre era un el respetable jefe de policía; mi madre se encargaba de la casa y era una mujer muy amorosa, ella siempre tenia las palabras justas para hacerme sentir mejor; y mi hermano Emmet, él era una caso aparte. A pesar de ser dos años menor que yo, me dobla la altura; es una persona muy carismática y divertida, la verdad él y yo éramos dos polos opuestos… pero lo amaba con locura. Él era arquitecto.
Además, tenía a mi lado a mis cuatro mejores amigos: Jasper, quien era traumatólogo, Rosalie, quien también era traumatóloga, Alice, quien era endocrinóloga y mi querido amigo, Edward quien era cardiólogo. Todos trabajábamos en el mismo hospital, pero algo me faltaba, la cuestión era que no sabía qué.
Vamos, Bella, tú lo sabes muy bien. Tú sabes lo que necesitas para ser feliz y también sabes que nunca lo tendrás así que olvídalo de una vez…
Argh… ¡maldita conciencia! Pero sabía que tenía razón, yo sabia muy bien lo que necesitaba pero, de igual manera, sabia que lo que quería era imposible de tener.
Entré al hospital y marqué mi clave, luego me dirigí a mi consultorio. Tomé asiento y esperé a que llegara mi primer paciente.
—Buenos días, July —saludé.
—Buenos días, doctora.
—Bueno día, dotola —saludó mi pequeño paciente.
—Hola, Leo ¿Cómo has estado?
—Un poquito malito, me luele —dijo el pequeño de tres años, sorbiéndose la nariz.
Se notaba claramente su malestar, presentaba claros signos de un resfriado algo muy común en esa temporada.
—Hm, pues así parece. July, dime desde hace cuando esta con este malestar general.
—Pues ha estado así desde hace 2 días, doctora.
—Ya veo.
Procedí a revisarlo y, efectivamente, era un resfriado.
—Pues verá, caballerito, usted tiene un resfriado. Así que le recomiendo que tome toda su sopita y los remedios que le va a dar mami, ¿ok?
—Ta bien, dotola —respondió, con una carita triste que me mató.
—Que buen niño, pero tranquilo, hay una parte buena en esto; te voy a recomendar reposo, así que puedes estar en tu camita todo el día y mañana también ¿Qué te parece?
Al parecer le gustó la idea porque inmediatamente se le iluminó el rostro.
— ¿De velda?
—Sí, mi amor.
—Glacias —contestó.
Entonces procedí a hacerle la receta y darle las recomendaciones a su madre.
Así paso toda la mañana, con mis pequeños pacientes todos eran una ternurita y me partía el corazón verlos enfermitos. Los conocía casi a todos porque eran mis pacientes regulares.
Cuando terminé mis consultas, me propuse a recoger mis cosas, entonces…
— ¡Buu! — ¡Demonios!
Estaba tan distraída que me tomó por sorpresa y el culpable casi me mata de un susto.
—Oye, me asustaste.
—Ja, ja, ja… ese era el plan.
El muy sin vergüenza no paraba de reír. Lo observé con los ojos entrecerrados.
—Muy gracioso, vamos a ver si te sigues riendo luego de esto —entonces comencé a hacerle cosquillas hasta que su rostro se tornó muy rojo.
—Bas… ta… ja, ja. Por fa… vor, pa… ra, ¡para! Ja, ja… por favor, me rin… doo
Me detuve.
— ¿Lo ves? No es tan gracioso cuando  eres la victima —me di cuenta de que estaba tratando de respirar normalmente.
Fue ahí cuando observé que no estábamos solos.
— ¿Ya terminaron de jugar?
—Hola, Tanya.
La aludida me dirigió una mirada cargada de odio, la cual, como siempre, no entendí.
—Hola —dijo secamente, y miró hacia donde estaba él.
—Edward, ¿vamos o te quedas? Tengo hambre y mi turno empieza dentro de una hora.
Él la vio por primera vez, su respiración aun estaba un poco irregular.
—Hmm, lo siento, Tanya. Necesito hablar con Bella, discúlpame, por favor.
Ella se dio media vuelta y se marcó, no sin antes enviarme una mirada asesina.
— ¿Qué le pasa? —Pregunté.
Él solo levantó los hombros.
—Ni idea. Aunque creo que es debido a que quería hablar sobre algo… Hmm, no lo sé. En fin, tengo que hablar contigo de algo muy serio.
¡Rayos! Él nuca decía eso, a menos que de verdad fuese algo que le preocupase en sobremanera
—Claro, dime.
— ¿Qué te parece si vamos a almorzar y lo hablamos mientras comemos?
—Ok. Entonces vamos al restaurante de siempre.
Nos dirigimos hacia un restaurante que frecuentábamos desde hacia años "Theknibals", y pedimos nuestras ordenes de siempre.
—Bueno, tú dirás.
—Sé que odias las indirectas y que me ande por las ramas así que iré directo al grano. En primer lugar quiero que sepas que te conozco como la palma de mi mano así que sé perfectamente cuando te pasa algo… me gustaría que confiaras en mí y me dijeras que ocurre. Hace unos meses que te noto muy rara; sonríes, pero el brillo que caracteriza tus ojos ya no es el de siempre. Hay algo que te preocupa, cariño, dímelo, por favor...
¿Para qué negarlo si este hombre me leía el alma con solo mirarme a los ojos? Desde siempre, él conocía todos mis secretos… los más profundos, mis miedos, frustraciones mis penas… todo. De igual manera yo conocía los suyos.
Pero ¿cómo decirle esto? Esto era muy difícil.
—Edward, yo… —quería decir algo, pero la palabras no salían de mi boca.
—Cariño, ¿no confías en mí? —Preguntó, acongojado— ¿Qué pasa? Solo quiero ayudarte, pequeña. No me gusta verte mal.
Decidí dejar a un lado todo conflicto y llenarme de valentía para tratar de aclarar mis sentimientos, sabia que él podría ayudarme.
—Edward, en realidad no lo sé muy bien… y no se si lo entiendas. Tengo todo lo que siempre he querido pero, siento que algo me falta, algo que no me deja ser feliz. Dime loca o que me ahogo en un vaso de agua pero, no lo sé…
—Siempre lo he dicho, las mujeres sí que son complicadas Pero, créeme, pequeña, tú siempre te has llevado los honores.
Lo miré feo, y se echó a reír.
—Ja, ja. Lo siento, cariño, es que los conflictos internos si que son raros, pero dime ¿desde cuando empezó esto?
—La verdad, no lo sé. Al llegar a casa me siento, muy sola… sé que tengo a mi familia y a ustedes, pero no sé, siento que el tiempo pasa y no he hecho nada que sea verdadero o que tenga un significado real para mi. Sí, tengo un trabajo al que adoro, unos paciente que son mi gran pasión, pero… Adoro a esos niños pero creo que ellos no me necesitan tanto, siento que existen niños que me necesitan más que ellos. Creo que aquí no soy de tanta utilidad como seria en otro lugar —levanté mi mirada, y lo vi mirándome intensamente, como analizándome.
—Sabes que te adoro, ¿verdad?
Eso no era lo que esperaba oír. Suspiré.
—Y yo a ti tonto —reí.
—Siempre supe que eras muy especial, pequeña, y sé que nunca estuve equivocado… pero hagamos algo, por qué no te tomas unas vacaciones o ¡ya sé! ¿Qué te parece escaparnos este sábado por ahí?, ya sabes… ver pelis, comer helado, ir al parque... yo que sé. Así tratamos de buscar una solución entre los dos.
— ¿Ya te dije que te adoro?
Lo pensó por un segundo.
—Pues, creo que no.
—Entonces… lo súper adoro, mi hermano adoptivo favorito.
—Y yo a ti, mi hermanita bipolar.
Salimos del restaurante y yo me sentía mucho mejor, hablar con él siempre me calmaba. Desde siempre habíamos tenido esa conexión entre los dos, y me gustaba porque sabía que él me ayudaría con mi conflicto interno.

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